Madre
M.A. VegaraLa vida de Ricardo era tranquila. Sus días se repartían entre un mediocre trabajo como informático en una multinacional del plástico, dos hijas (Iris y Tatiana) que daban algún que otro tono de color a su monótono transitar por este mundo y un matrimonio con Cristina que podríamos definir como… «estable». Sí, su vida era tranquila, hasta que la crisis económica lo desbarató todo. Sin embargo, Ricardo era un tipo de recursos, y una idea larvada en su cabeza desde años se le representó como una salida con futuro a su situación: una casa rural en el Altiplano de Granada. Un viejo cortijo abandonado estaba en su punto de mira para hacer realidad ese proyecto vital en la tierra de sus padres, y algún dinero ahorrado le daría el empujón definitivo a su plan. ¿Qué podía salir mal? Pero unos sucesos de décadas atrás dormitaban silentes entre los muros de aquel cortijo. Una presencia oscura aguardaba paciente entre las sombras a que aquel lugar volviera a llenarse de vida. Sí, algo podía salir mal, y Ricardo y su familia lo iban a descubrir muy pronto.